III. SANANDO DESDE EL VIENTRE DE LA MADRE
- CAMILO ÁNGEL URAZÁN
- 8 ago 2017
- 9 Min. de lectura
Día 3
Los gritos del Paba Wibi suenan como una trompeta militar que nos llama a primera hora al cumplimiento de nuestro deber; es decir, a continuar con la peregrinación. El primer llamado se hace con el objetivo de convocarnos a la realización de una entrega y ofrenda que se va a realizar en la piedra con petroglifos Muiscas que hay en la finca, antes de subir a la laguna de los Tunjos. El Paba Wibi y la comunidad Muisca de Teusaca deciden que el trayecto hacia la piedra se va a realizar cantando y bailando para continuar el trabajo de mortuoria que se viene realizando también en la peregrinación y que busca honrar la memoria de (XXXXX), un líder indígena de la comunidad asesinado hace algunos años. para esto se organizan dos filas, una de mujeres y una de hombres, se nos explica a todos el paso que iremos realizando en la marcha y la canción que iremos cantando durante el baile ancestral de mortuoria, cantando la canción del guerrero, que en lengua Muisca se llama Güecha. Así llegamos hasta el plano y la curva que queda antes de descender al petroglifo, allí hacemos un circulo continuamos con el baile, cantamos otra canción y concluimos la danza ritual. Descendemos hasta la piedra y allí anunciamos nuestra presencia al territorio, saludamos y pedimos permiso para estar allí y hacer una ofrenda y una entrega. Se realiza una petición a la madre tierra por la salud del hijo de Pio V el guía que nos ha acompañado durante la peregrinación. El Paba Wibi le sopla Hosca al niño por la nariz y realizamos un baile y un canto y un silencio poniendo nuestra intención y propósito en la sanación del joven. Luego el Paba nos convoca a cada uno a acercarse de manera individual a la piedra y dejar allí todo aquello que no queremos cargar en nuestras vidas, entregarle a la madre las cosas que nos pesan, dejar el pasado atrás.
Salimos de allí y abordamos la Van que nos llevara a las Margaritas donde doña Anaelfa, donde tomamos el desayuno y nos entregan el almuerzo del día. Luego de media hora de recorrido llegamos a la hermosa laguna de los Tunjos también conocida como laguna Chizacá, la más popular y emblemática del Páramo de Sumapaz, la cual fue dividida y reducida en los años cuarenta, cuando fue hecha la vía Bolivariana que conectaría este territorio con San Juan de Sumapaz, Pandi, Árbelaez y Fusa. Al llegar a este lugar se puede comprobar este hecho y por esta razón se puede ver al lado derecho del camino la laguna sagrada de los Tunjos y al lado izquierdo un pantano que denominan “Laguna Verde”, los restos de la laguna que fue secada con sal y rezada por un padre católico para que se dejara secar y para que se pudiera hacer la vía.
En el lugar nos encontramos con Martín, un guía de parques nacionales quien se había contactado previamente y que era la persona encargada de autorizar nuestra entrada y permanencia en la laguna, estando allí vemos que hay varias personas y familias visitando la laguna, observamos también que están riendo y gritando mientras se toman fotos, hay mucho ruido y desorden. El frío, el viento y la niebla son una presencia fuerte y contundente. Nos acomodamos más arriba del paso peatonal de la laguna y nos sentamos en la tierra haciendo y formando un círculo de palabra. El Hate Wibi entierra los bastones cerca de una piedra en la que se acomoda y en cuya unión con otras piedras hay unas piedras mas pequeñas, puestas unas encima de las otras. Estando todos ya sentados, el Paba nos comparte los resultados de su consulta con el lugar. Señala que perciben que allí ya se ha hecho un trabajo y por lo tanto para no recargar a la madre con cosas y ofrendas, la entrega no se realizara en ese lugar. Nos dice que es probable que el trabajo haya sido realizado por Mamos de la Sierra Nevada de Santa Marta. Nos cuenta también que según la consulta realizada a la madre, que es el territorio, ahora correspondía que el orden se pusiera en manos de las mujeres, era la mujer la que debía de decir que había que hacer y era el momento del hombre para obedecer, por lo tanto le daba la palabra a las mujeres para que expresaran su sentir y de acuerdo con este orientaran el trabajo y compartieran su palabra. De acuerdo con esto cada uno de los miembros de la peregrinación comparte y expresa sus sentimientos sobre la labor y el proceso realizado tanto en la peregrinación como en el proyecto en general, en el cual esta se enmarca.
Como resultado general de estas conversaciones se vislumbra un afortunado posicionamiento y empoderamiento de la mujer en los espacios y ámbitos de práctica y ejercicio la ancestralidad. La palabra de la mujer empezaba a tomar fuerza en esos ámbitos espirituales, en los que por tradición siempre ha tenido más peso y ha sido más representativa la palabra de los hombres, al punto que las mujeres manifestaron sentir y percibir una clase de machismo y de exclusión en estos espacios. Se concluye entonces que el rol de la mujer en estos espacios es indispensable y que su ejercicio se debe realizar a partir de su auténtica energía femenina y no desde la imitación de la energía masculina. Es de esta manera como vemos que se debe cuidar el territorio y la madre tierra, cuidando y respetando el punto de vista, la participación y la importancia de la energía femenina en todos los ámbitos, desde el espacio domestico hasta los espacios espirituales y de ejercicio del poder. Cuidar la madre es cuidar del otro, cuidar a los seres cercanos con los que tenemos relaciones, pues la protección y defensa de la naturaleza está atravesada por el cuidado de las relaciones cotidianas por estar atento y pendiente del estado de salud y de ánimo de la tierra, es también estar pendiente y cuidar el estado de salud y de ánimo de las personas que la habitan.
La dinámica de trabajo espiritual que deciden el Hate y los indígenas de Teusaca consiste en hacer un círculo de palabras de hombres y un circulo de mujeres, la señora Anaelfa del campamento de Las Margaritas fue la encargada de decidir el lugar donde se iba hacer el de las mujeres, el cual se realizó en la parte baja de la laguna, mientras que el de los hombres se realizó en una de las montañas que rodea el sagrado cuerpo de agua. En el círculo de las mujeres orientado por doña Anaelfa una mujer campesina que por instinto e intuición ha ido conformando un colectivo y un grupo para las mujeres de la vereda que las saque de sus rutinas domesticas monótonas y limitantes y les permitan enrolarse en un espacio de esparcimiento y construcción entre sus pares. Un espacio para discutir y compartir esas cosas que preocupan y son importantes para las mujeres del lugar que no terminan siendo otra cosa que la familia. Así en el círculo de palabra se habla del machismo cultural e histórico al que se ha enfrentado esta mujer y toda las mujeres en el territorio y en el país en general, pues solo la división informal y de tradición que existe para diferenciar las labores por género es uno de los clásicos estigmas que ejemplifica esa situación “hablar de cosas de hombres” y “cosas de mujeres” es uno de esas recurrentes situaciones que ejemplifica este fenómeno. Anaelfa es una mujer que a sus sesenta y pico de años revela el amor y la inocencia de una niña, un entusiasmo y fiereza frente a la vida y una postura apasionada frente a las cosas incompresibles de la vida como lo son el machismo y las muchas violencias que ella y muchas mujeres que la antecedieron han vivido.
En el círculo de palabra de mujeres cada una comparte su experiencia de la feminidad y de su género y de la vivencia de este género en esta sociedad; cada mujer expresa su experiencia sentimental y emocional tanto a nivel íntimo como social del ser mujer en nuestra cultura. Se comenta y comparte el dolor y el sufrimiento experimentado pero también los modos como este se ha asumido para aprender y crecer como personas y sujetos de acción, deberes y derechos. Reconociendo y apropiándose de esta manera de la individualidad, los valores y la libertad a que cada una tiene el legítimo y propio derecho.
El círculo de los hombres fue conformado por el Paba Wibi y los indígenas de Teusacá, ellos suben por el filo de la montaña del costado derecho de la laguna para realizar el trabajo espiritual de mortuoria, con las ofrendas y peticiones propias del proyecto de peregrinación y con la elemental y esencial limpieza del alma propia y comunal que se realiza en estos trabajos. Para cerrar el trabajo se baila y se canta en cada uno de los círculos, y se ponen las ofrendas en el lugar correspondiente para que las reciba la madre tierra. Tal vez debajo de una piedra, tal vez enterradas o tal vez a los pies o entre las raíces de algún frailejón, un pajonal o cualquier otra planta. Terminado este proceso el grupo se vuelve a reunir y se comparte por parte de Wibi el nuevo resultado de la consulta realizada a la madre. Nos dicen que la consulta había arrojado que el trabajo y visita de la laguna de los colorados donde pensaba hacerse el cierre y concluir la peregrinación debe hacerse en otra oportunidad, en otro tiempo. De acuerdo con esto se decide terminar con el trabajo en el lugar donde se dio apertura al proyecto, es decir en la hacienda El Carmen lugar donde se encuentra el conocido cementerio Muisca o “Necrópolis de Usme”, y específicamente en la finca el mirador y donde se celebró la apertura y socialización del proyecto. Este lugar tiene y custodia una “Piedra Abuela” que posee pictogramas una piedra o jica que los indígenas consideran como una piedra matriz, piedra ombligo o piedra útero.
El Hate toma la palabra y con el entusiasmo que lo ha caracterizado en los tres días de caminata trata de hacer evidente la unión de los territorios y de las realidades que venimos entretejiendo: la espiritual y la material. La unión estas dos perspectivas como parte de un todo es el propósito de fondo del trabajo desarrollado, no solo en el marco del proyecto que nos permitió estar haciendo dichas actividades, sino en la labor que trasciende los escenarios de acción y obedecen a ese propósito que nos vincula que es la re apropiación del territorio para su uso y gestión en pro de la protección ambiental y social.
Samuel explica cómo estos dos puntos van enlazados y se potencian el uno en el otro. Los trabajos espirituales realizados en los tres días de recorridos, van encaminados a ser el sustento y la base sólida para anclar las acciones sociales y políticas que materializan y dan cuerpo a las metas propuestas y de donde se anclan las acciones políticas que dichas metas requieren.
Doña Mercedes cuestiona ese ámbito espiritual movida por la desconfianza y la experiencia que ha acompañado su ardua labor de defensa de su hogar: la falta de respaldo y acciones concretas que la apoyen a la hora de enfrentar las amenazas de las que ha sido objeto, los intentos de acabar con su vida para así quitarla de en medio de un territorio que se ha disputado en repetidas ocasiones para ser zona de expansión urbana.
El Hate señala lo que ha vivido Doña Mercedes como la clara evidencia de todo lo que hemos venido hablando desde ese lenguaje más complejo que es el espiritual. Una madre que defiende a otra. Una mujer que defiende el territorio que está siendo violentado y razón por la cual ella también está siendo víctima de la violencia que ejercen aquellos con poder y con intereses personales sobre el territorio.
Se abre la discusión sobre todo lo que encarna este territorio, como La hacienda el Carmen y las zonas aledañas reúnen y hacen tangibles todas las problemáticas, los intereses, los actores y las afectaciones que han significado la disputa por el control, dominios y disposición de los territorios campesinos y ancestrales del sur de la ciudad.
Ante esto Samuel nos insta a no dispersarnos con la entrada a las dinámicas de la ciudad y estas realidades tan arrolladoras sin antes terminar la labor de estos tres días. Debemos compartir la palabra que nos dio el territorio, la palabra de hombre y de mujeres resultado de los trabajos hechos en la laguna de los Tunjos. El Hate se levanta para recibir los cuarzos que nos entregaron en la laguna encantada durante el primer día para que Carlos, Wilmer y Junior junto con Samuel puedan entregar a esta piedra que tiene una labor importante en el territorio.
Los miembros de la comunidad de Teusacá hacen la entrega y terminan la tarea, mientras que los demás nos levantamos y comenzamos una danza ya bajo la luz de las estrellas y la compañía de la luna que aún permanece en calidad de nueva, marcando el tiempo de siembra de muerte y renacimiento de otro ciclo lunar. La danza y el canto es enérgico, todos cantamos al tope de nuestros pulmones y nos dejamos invadir de la fuerte vibración que emana de la concentración del movimiento de nuestros cuerpos y la proyección de nuestras voces en sincronía física y energética. Todos compartimos el mismo objetivo, la misma tarea, el mismo sentir y ahora, el mismo compromiso, cada uno desde su lugar, para la construcción de una nueva noción y uso del territorio.
Danzamos en la doble espiral, el tiempo de la danza se vuelve incierto cinco minutos o quince se vuelven lo mismo, solo con la llegada de los compañeros que terminan la labor de entrega nos detenemos y empezamos a pasar uno a uno ante Carlos y Ayenli para recibir las aseguranzas que sellan y recuerdan el compromiso adquirido de ahora en más. Terminado el proceso A medida que vamos recibiendo nuestras aseguranzas, nos abrazamos entre los que ya las tenemos, hasta habernos abrazados todos, saludándonos luego de haber convivido tres días de compartir todos los espacios y hacer labores juntas y despidiéndonos al haber culminado el propósito de esta larga jornada.
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